viernes, 20 de diciembre de 2013

Caigo

Cada noche mastico silencio
cuando más hambre tengo.
El estómago, alarmado, delata ausencias
y en la nevera solo hay ilusiones podridas,
quereres congelados y esperanzas caducadas.

Incapaz de encalar la mente
con el blanco inmaculado del descanso,
siento las náuseas del vacío.
Me arrojo por el borde de la cama,
como un suicida de utopías.
Caigo.
En mi propio recuerdo caigo.

Vuelven a la sien las infames abundancias,
el exceso y el improbable fracaso
que se recrean columpiándose en la conciencia.
Altivos y seguros de ellos mismos.
En la maldita vergüenza caigo.

Noto bajo las sábanas
cómo se roza la indecente tentación -de nuevo-.
La nostalgia se insinúa deseosa
de irrumpir entre el desconcierto
y el sueño que siempre se oculta.
El estómago silencia a todos.
Caigo.
En el bendito cansancio caigo.
José Ángel Garrido

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