lunes, 30 de diciembre de 2013

Olímpicamente guarrovegas

Un dictador no se redime suicidándose. 
Pero algo es algo.

Mario Benedetti

Bastante honor ostenta el cerdo
como para que se considere a ciertos individuos con este pseudónimo.

Los cerdos       ¡son cerdos!.

No se puede extrapolar su nombre a ciertas personas,
menos bien                    
a esa gente.
menos bien
personajillos o personajillas.

¿Saben?.
Nací y me crié en la Extremadamente y dura comarca:

Me emociona observar a la cigüeña en pleno vuelo.
Siempre majestuosa e inconcusa,
reinventando el repertorio de sus alas,
planeando a la velocidad del giro de la tierra,
como si el suelo fuera imposible en su lógica,
sin pretender de los colores
para que lo bello
sea… bello

Por eso les pido que no llamen a esos personajillos          
cerdos
menos que personajillos,
hipócritas,               qué digo
miserables,              qué digo

Los cerdos no son farsantes
ni habitan las cloacas
no fomentan lo sórdido de este mundo;
(al menos eso es lo que me comentan)

¿Saben?
Nací y me crié en la Extremadamente y dura comarca:

 Me emociona la encina y su exuberante tronco.
 Su verde cálido y amable y nunca descolorido
 tiene la gentileza de regalarme un almabrazo
nada más pisar la Extremadamente
dura,
tierra.

Por eso les pido que no llamen a esos miserables              
cerdos.
Los cerdos no cabrean la tierra
y mucho menos la humanidad
pues poseen la aptitud y la circunstancia
de saber lo que son.


En cambio esos y esas miserables,
                                               hipócritas,
                                                             personajillos o personajillas,
                                               gente
…    personas

siguen salpicando su mierda sin enmendar tal gesto,
sabiendo, siempre sabiendo
en que dirección esparcirla.

Y ¡si!,  es cierto,
los cerdos escarban y gruñen
pero al menos
siguen teniendo el hocico y la tierra
unidos.
Nico de Brozas

domingo, 29 de diciembre de 2013

La vida es muy larga

La vida es muy larga como para no pararse a disfrutar rascándose, una, la parte alta de la espalda.

Es muy larga como para no andar bailando por los parques y como para no sentarse tan ancha con el brazo apoyado encima de la cabeza.

Me gusta mirar el mar y las fuentes y escuchar el silencio y andar colonizando bancos de madera y pintarme los zapatos y mirarme los pies.

La vida es muy larga.

Soy una piegocéntrica... cosas de la vida, que es muy larga.
Carmen B. Barcón

sábado, 28 de diciembre de 2013

Recógeme

Recógeme,
con una red cosida a mano o con vara de atizar olivos.

Recógeme,
mientras me miras, aunque sepa que no es a mí a quien miras

Recógeme,
como perro desahuciado o barro en tus botas

pero, recógeme hoy!

Recógeme en tu abrazo .
Abrázame.
¿No ves que extraño el hogar?
Mar Domínguez

viernes, 27 de diciembre de 2013

La m...

oigo constantemente hablar de ella
como si fuera la culpable de todo;
pero observen qué suave y decidida
ella viene a sentarse debajo de nosotros
¿por qué entonces mancharle
su buen nombre
y prodigárselo
al presidente de los ee.uu.
a la guerra, a los policías,
 a los capitalistas?

¡qué transitoria es ella,
pero qué permanente
todo cuanto cubrimos con su nombre!
he llegado a creer
que estamos explotando
a esta pacífica condescendiente.
si la hemos estrujado y exprimido
¿sería ahora el turno de ella
de exprimimos la rabia?
acaso no nos ha confortado?

suave de consistencia
y singularmente no violenta
ella es sin duda de todas las obras del hombre
la más pacífica.

¿en realidad qué nos ha hecho ella?
Hans Magnus Enzensberger
(Versión de Heberto Padilla)

viernes, 20 de diciembre de 2013

Caigo

Cada noche mastico silencio
cuando más hambre tengo.
El estómago, alarmado, delata ausencias
y en la nevera solo hay ilusiones podridas,
quereres congelados y esperanzas caducadas.

Incapaz de encalar la mente
con el blanco inmaculado del descanso,
siento las náuseas del vacío.
Me arrojo por el borde de la cama,
como un suicida de utopías.
Caigo.
En mi propio recuerdo caigo.

Vuelven a la sien las infames abundancias,
el exceso y el improbable fracaso
que se recrean columpiándose en la conciencia.
Altivos y seguros de ellos mismos.
En la maldita vergüenza caigo.

Noto bajo las sábanas
cómo se roza la indecente tentación -de nuevo-.
La nostalgia se insinúa deseosa
de irrumpir entre el desconcierto
y el sueño que siempre se oculta.
El estómago silencia a todos.
Caigo.
En el bendito cansancio caigo.
José Ángel Garrido

jueves, 19 de diciembre de 2013

Tarro de altramuces





estrellas borrachas suicidas que están pasando una mala racha porque ya no destellan se
estrellan contra farolas gachas marchitas de guetos sin gatos que no pagan facturas
mamarrachas henchidas de interés Nicola Tes-la resucita y bombardea por sorpresa e-r-
z endesa yo no endioso endoso doseles y metatarsos entre el dorso y el torso de falsos
peleles artistas tan profundos como una arista o una revista dominical, tu madre aún
guarda mi condón umbilical en su nevera del coño, no lo creerás pero de veras que ayer
me encontré con el mítico Argantonio, el supuesto hombre de plata, pues bien me dijo
que simplemente fue un campesino y Tartessos una comuna pero a los que escriben la
historia les interesa hablar de reyes y de esa esfera de poder perenne esa gentuza me
chupa el penne a diario soy un oso horroroso que usa otro huso horario el honor no se
paga con honorarios se paga bombardeando empresarios los sabios profundos no van de
sabi-hondos ansío tocar fondo para fundar mi propio mundo mudo sin mandos ni mantos
ni modas ni pintas ni tantas medias tintas tontas que tantos siguen fieles como pajes a
lomos del rey réquiem in pace meteoros apátridas kamikazes resquebrajan atmósferas
cafres ignotas el sol abre su ojo en obras tras un intento de suicidio y se come un tarro de
altramuces voces de noches de pastillas en noches de botes de pastillas no cruces en rojo
si estás verde peleas callejeras de calles sin salida contra avenidas repletas de
escaparates penetran bates de acero en cada ano que habita el gran váter del vaticano
esa gente es profesional no usa aceite dilatador como la curia provincial superficial
hardcore semen superfacial están pobres están orando porque temen mi ultrarrabia de
Sonderkommando disparos al aire de subsuelos pisoteados por quien se cree alguien yo
no me creo alien porque lo soy realmente diarremente caries cariacontecidas rompiendo
piezas dentales de dentistas centristas que se presentan las listas para presidente de su
comunidad de vecinos y...

Insulino Dependiente

miércoles, 18 de diciembre de 2013

La insignia

¿Habéis hablado ya todos?
¿Habéis hablado ya todos los españoles?
Ha hablado el gran responsable revolucionario,
y los pequeños responsables;
ha hablado el alto comisario,
y los comisarios subalternos;
han hablado los partidos políticos,
han hablado los gremios,
los Comités,
y los Sindicatos,
han hablado los obreros y los campesinos;
han hablado los menestrales:
ha hablado el peluquero,
el mozo de café
y el limpiabotas.
Y han hablado los eternos demagogos también.
Han hablado todos.
Creo que han hablado todos.
¿Falta alguno?
¿Hay algún español que no haya pronunciado su palabra?...
¿Nadie responde?... (Silencio). Entonces falto yo sólo.
Porque el poeta no ha hablado todavía.
¿Quién ha dicho que ya no hay poetas en el mundo?
¿Quién ha dicho que ya no hay profetas?

Un día, los reyes y los pueblos,
para olvidar su destino fatal y dramático
y para poder suplantar el sacrificio con el cinismo y con la pirueta,
substituyeron al profeta por el bufón.
Pero el profeta no es más que la voz vernácula de un pueblo,
la voz legítima de su Historia,
el grito de la tierra primera que se levanta en el barullo del mercado, sobre el vocerío
de los traficantes.
Nada de orgullos
Ni jerarquías divinas ni genealogías eclesiásticas.
La voz de los profetas -recordadla-
Es la que tiene más sabor de barro.
De barro,
del barro que ha hecho al árbol -al naranjo y al pino-
del barrio que ha formado
nuestro cuerpo también.
Yo no soy más que una voz -la tuya, la de todos-
la más genuina,
la más general,
la más aborigen ahora,
la más antigua de esta tierra.
La voz de España que hoy se articula en mi garganta, como pudo articularse en otra
cualquiera.
Mi voz no es más que la onda de la tierra,
de nuestra tierra,
que me coge a mí hoy como una antena propicia.
Escuchad,
escuchad, españoles revolucionarios,
escuchad de rodillas.
No os arrodilléis ante nadie.
Os arrodilláis ante vosotros mismos,
ante vuestra misma voz,
ante vuestra misma voz que casi habíais olvidado.
De rodillas. Escuchad.

Españoles,
españoles revolucionarios,
españoles de la España legítima,
que lleva en sus manos el mensaje genuino de la raza para colocarlo humildemente
en el cuadro armonioso de la Historia Universal de mañana,
y junto al es fuerzo generoso de todos los pueblos del mundo...
escuchad:
Ahí están -miradlos-
ahí están, los conocéis bien.
Andan por toda Valencia,
están en la retaguardia de Madrid
y en la retaguardia de Barcelona también.
Están en todas las retaguardias.
Son los Comités,
los partidillos,
las banderías,
los Sindicatos,
los guerrilleros criminales de la retaguardia ciudadana.
Ahí los tenéis.
Abrazados a su botín reciente,
guardándole,
defendiéndole,
con una avaricia que no tuvo nunca el más degradado burgués.
¡A su botín!
¡Abrazados a su botín!
Porque no tenéis más que botín.
No le llaméis ni incautación siquiera.
El botín se hace derecho legítimo cuando está sellado por una victoria última y heroica.
Se va de lo doméstico a lo histórico,
y de lo histórico a lo épico.
Este ha sido siempre el orden que ha llevado la conducta del español en la Historia,
en el ágora
y hasta en sus transacciones,
que por eso se ha dicho siempre que el español no aprende nunca bien el oficio de mercader.
Pero ahora,
en esta revolución,
el orden se ha invertido.
Habéis empezado por lo épico,
habéis pasado por lo histórico
y ahora aquí,
en la retaguardia de Valencia,
frente a todas las derrotas,
os habéis parado en la domesticidad.
Y aquí estáis anclados,
Sindicalistas,
Comunistas,
Anarquistas,
Socialistas,
Trotskistas,
Republicanos de Izquierda...
Aquí estáis anclados,
custodiando la rapiña,
para que no se la lleve vuestro hermano.
La curva histórica del aristócrata, desde su origen popular y heroico hasta su última
degeneración actual, cubre en España más de tres siglos.
La del burgués, setenta años.
Y la vuestra, tres semanas.
¿Dónde está el hombre?
¿Dónde está el español?
Que no he de ir a buscarle al otro lado.
El otro lado es la tierra maldita, la España maldita de Caín, aunque la haya bendecido el Papa.
Si el español está en algún sitio, ha de ser aquí.
Pero, ¿dónde, dónde?...
Porque vosotros os habéis parado ya
y no hacéis más que enarbolar todos los días nuevas banderas con las camisas rotas
y con los trapos sucios de la cocina.
Y si entrasen los fascistas en Valencia mañana, os encontrarían a todos haciendo
guardia ante las cajas de caudales.
Esto no es derrotismo, como decís vosotros.
Yo sé que mi línea no se quiebra,
que no la quiebran los hombres,
y que tengo que llegar hasta Dios para darle cuenta de algo que puso en mis manos
cuando nació la primera substancia española.
Esto es lógica inexorable.
Vencen y han vencido siempre en la Historia inmediata, el pueblo y el ejército que
han tenido un punto de convergencia, aunque este punto sea tan endeble y
tan absurdo como una medalla de aluminio bendecida por un cura sanguinario.
Es la insignia de los fascistas.
Esta medalla es la insignia de los fascistas.
Una medalla ensangrentada de la Virgen.
Muy poca cosa.
Pero, ¿qué tenéis vosotros ahora que os una más?

Pueblo español revolucionario,
¡estás solo!
¡Solo!
Sin un hombre y sin un símbolo.
Sin un emblema místico donde se condense el sacrificio y la disciplina.
Sin un emblema solo donde se hagan bloque macizo y único todos tus esfuerzos y
todos tus sueños de redención.
Tus insignias,
tus insignias plurales y enemigas a veces, se las compras en el mercado caprichosamente
al primer chamarilero de la Plaza de Castelar,
de la Puerta del Sol
o de las Ramblas de Barcelona.
Has agotado ya en mil combinaciones egoístas y heterodoxas todas las letras del alfabeto.
Y has puesto de mil maneras diferentes, en la gorra y en la zamarra
el rojo
y el negro,
la hoz,
el martillo
y la estrella.
Pero aún no tienes una estrella SOLA,
Después de haber escupido y apagado la de Belem.

Españoles,
españoles que vivís el momento más trágico de toda nuestra Historia,
¡estáis solos!
¡Solos!
El mundo,
todo el mundo es nuestro enemigo, y la mitad de nuestra sangre -la sangre podrida
y bastarda de Caín- se ha vuelto contra nosotros también.

¡Hay que encender una estrella!
¡Una sola, sí!
Hay que levantar una bandera.
¡Una sola, sí!
Y hay que quemar las naves.
De aquí no se va más que a la muerte o a la victoria.
Todo me hace pensar que a la muerte.
No porque nadie me defiende
sino porque nadie me entiende.
Nadie entiende en el mundo la palabra "justicia". Ni vosotros siquiera.
Y mi misión era estamparla en la frente del hombre
y clavarla después en la Tierra
como el estandarte de la última victoria.
Nadie me entiende.
Y habrá que irse a otro planeta
con esta mercancía inútil aquí,
con esta mercancía ibérica y quijotesca.
¡Vamos a la muerte!
Sin embargo,
aún no hemos perdido aquí la última batalla,
la que se gana siempre pensando que ya no hay más salida que la muerte.
¡Vamos a la muerte!
Este es nuestro lema.
Que se despierte Valencia y que se ponga la mortaja.

¡Gritad,
gritad todos.
Tú, el pregonero y el speaker,
echad bandos,
encended las esquinas con letras rojas
que anuncien esta sola proclama:
¡Vamos a la muerte!
Que lo oigan todos. Todos.
Los que trafican con el silencio
Y los que trafican con las insignias.
Chamarileros de la Plaza de Castelar,
chamarileros de la Puerta del Sol,
chamarileros de las Ramblas de Barcelona
destrozad,
quemad vuestra mercancía.
Ya no hay insignias domésticas,
ya no hay insignias de latón.
Ni para los gorros
ni para las zamarras.
Ya no hay cédulas de identificación.
Ya no hay más cartas legalizadas
ni por los Comités
ni por los Sindicatos.
¡Que les quiten a todos los carnets!
Ya no hay más que un problema.
Ya no hay más que una estrella,
Una sola, SOLA, y ROJA, sí,
pero de sangre y en la frente,
que todo español revolucionario ha de hacérsela
hoy mismo,
ahora mismo
y con sus propias manos.
Preparad los cuchillos,
aguzad las navajas,
calentad al rojo vivo los hierros.
Id a las fraguas.
Que os pongan en la frente el sello de la justicia.
Madres,
madres revolucionarias,
estampad este grito indeleble de justicia
en la frente de vuestros hijos.
Allí donde habéis puesto siempre vuestros besos más limpios.
(Esto no es una imagen retórica.
Yo no soy el poeta de la retórica.
Ya no hay retórica.
La revolución ha quemado
todas las retóricas.)
Que nadie os engañe más.
Que no haya pasaportes falsos
ni de papel
ni de cartón
ni de hoja de lata.
Que no haya más disfraces
ni para el tímido
ni para el frívolo
ni para el hipócrita
ni para el clown
ni para el comediante.
Que no haya más disfraces ni para el espía que se sienta a vuestro lado en el café,
ni para el emboscado que no sale de su madriguera.
Que no se escondan más en un indumento proletario esos que aguardan a Franco con
las últimas botellas de champán en la bodega.
Todo aquel que no lleve mañana este emblema español revolucionario, este grito de
¡Justicia! sangrando en la frente, pertenece a la Quinta Columna.

Ninguna salida ya
a las posibles traiciones.
Que no piense ya nadie
en romper documentos comprometedores
ni en quemar ficheros
ni en tirar la gorra a la cuneta
en las huídas premeditadas.
Ya no hay huídas.
En España ya no hay más que dos posiciones fijas e inconmovibles.
Para hoy y para mañana.
La de los que alzan la mano para decir cínicamente: "Yo soy un bastardo español"
y la de los que la cierran con ira para pedir justicia bajo los cielos implacables.
Pero ahora este juego de las manos ya no basta tampoco.
Hace falta más.
Hacen falta estrellas, sí, muchas estrellas,
pero de sangre,
porque la retaguardia tiene que dar la suya también.

Una estrella de sangre roja,
de sangre roja española.
Que no haya ya quien diga:
esa estrella es de sangre extranjera.
Y que no sea obligatoria tampoco.
Que mañana no pueda hablar nadie de imposiciones,
que no pueda decir ninguno que se le puso la pistola en el pecho.
Es un tatuaje revolucionario, sí.
Yo soy revolucionario,
España es revolucionaria,
Don Quijote es revolucionario.
Lo somos todos. Todos.
Todos los que sienten este sabor de justicia que hay en nuestra sangre y que se nos
hace hiel y ceniza cuando sopla el viento del norte.
Es un tatuaje revolucionario,
pero español.
Y heroico también.
Y voluntario además.
Es un tatuaje que buscamos sólo para definir nuestra fe.
No es más que una definición de fe.

Hay dos vientos hoy que sacuden furiosos a los hombres de España,
dos ráfagas fatales que empujan a los hombres de Valencia.
El viento dramático de los grandes destinos, que arrastra a los héroes a la victoria o
a la muerte,
y la ráfaga de los pánicos incontrolables que se lleva la carne muerta y podrida de los
naufragios a las playas de la cobardía y del silencio.
Hay dos vientos, ¿no los oís?
Hay dos vientos, españoles de Valencia.
El uno va a la Historia.
El otro va al silencio.
El uno va a la épica.
El otro a la vergüenza.

Responsables:
El gran responsable y los pequeños responsables:
Abrid las puertas,
derribad las vallas de los Pirineos.
Dadle camino franco
a la ráfaga amarilla de los que tiemblan.
Una vez más veré el rebaño de los cobardes huir hacia el ludibrio.
Una vez más veré en piara la cobardía.
Os veré otra vez
robándole el asiento
a los niños y a las madres.
Os veré otra vez.
Pero vosotros os estaréis viendo siempre.
Un día moriréis fuera de vuestra Patria. En la cama tal vez. En una cama de sábanas
blancas, con los pies desnudos (no con los zapatos puestos, como ahora se muere en España), con los pies desnudos y ungidos, acaso, con los óleos santos. Porque moriréis muy santamente, y de seguro con un crucifijo y con una oración de arrepentimiento en los labios. Estaréis ya casi con la muerte, que llega siempre. Y os acordaréis -¡claro que os acordaréis!- de esta vez que la huistéis y la burlásteis, usurpándole el asiento a un niño en un autobús de evacuación. Será vuestro último pensamiento. Y allá, al otro lado, cuando ya no seáis más que una conciencia suelta, en el tiempo y en el espacio, y cai gáis precipitados al fin en los tormentos dantescos -porque o creo en el infierno también- no os veréis más que así, siempre, siempre, siempre,
robándole el asiento a un niño en un autobús de evacuación.
El castigo del cobarde ya sin paz y sin salvación por toda la eternidad.
No importa que no tengas un fusil,
quédate aquí con tu fe.
No oigas a los que dicen: la huída puede ser una política.
No hay más política en la Historia que la sangre.
A mí no me asusta la sangre que se vierta,
a mí me alegra la sangre que se vierte.
Hay una flor en el mundo que sólo puede crecer si se la riega con sangre.
La sangre del hombre
está hecha no sólo para mover su corazón
sino para llenar los ríos de la Tierra,
las venas de la Tierra, y mover el corazón del mundo.

¡Cobardes: hacia los Pirineos, al destierro!
¡Héroes: a los frentes, a la muerte!

Responsables:
el grande y los pequeños responsables:
organizad el heroísmo,
unificad el sacrificio.
Un mando único. Sí.
Pero para el último martirio.
¡Vamos a la muerte!
Que lo oiga todo el mundo.
Que lo oigan los espías.
¿Qué importa ya que lo oigan los espías?
Que lo oigan ellos, los bastardos.
¿Qué importa ya que lo oigan los bastardos?
¿Qué importan ya todas esas voces de allá abajo,
si empezamos a cabalgar sobre la épica?
A estas alturas de la Historia ya no se oye nada.
Se va hacia la muerte...
y abajo queda el mundo de las raposas,
y de los que pactan con las raposas.

Abajo quedas tú, Inglaterra,
vieja raposa avarienta,
que tienes parada la Historia de Occidente hace más de tres siglos
y encadenado a Don Quijote.
Cuando acabe tu vida
y vengas ante la Historia grande
donde te aguardo yo,
¿qué vas a decir?
¿Qué astucia nueva vas a inventar entonces para engañar a Dios?
¡Raposa!
¡Hija de raposos!
Italia es más noble que tú.
Y Alemania también.
En sus rapiñas y en sus crímenes
hay un turbio hálito nietzscheano de heroísmo en el que no pueden respirar los mercaderes,
un gesto impetuoso y confuso de jugárselo todo a la última carta, que no pueden
comprender los hombres pragmáticos.
Si abriesen sus puertas a los vientos del mundo,
si las abriesen de par en par,
y pasasen por ellas la Justicia
y la Democracia Heroica del hombre,
yo pactaría con las dos para echar sobre tu cara de vieja raposa sin dignidad y sin amor
toda la saliva y todo el excremento del mundo.
¡Vieja raposa avarienta:
has escondido,
soterrado en tu corral,
la llave milagrosa que abre la puerta diamantina de la Historia...
No sabes nada.
No entiendes nada y te metes en todas las casas
a cerrar ventanas
y a cegar la luz de las estrellas!
Y los hombres te ven y te dejan.
Te dejan porque creen que ya se les han acabado los rayos a Júpiter.
Pero las estrellas no duermen.

No sabes nada.
Has amontonado tu rapiña detrás de la puerta, y tus hijos, ahora, no pueden abrirla
para que entren los primeros rayos de la aurora nueva del mundo.
Vieja raposa avarienta,
eres un gran mercader.
Sabes llevar muy bien
las cuentas de la cocina
y piensas que yo no sé contar.
Sí sé contar.
He contado mis muertos.
Los he contado todos,
los he contado uno por uno.
Los he contado en Madrid,
los he contado en Oviedo,
los he contado en Málaga,
los he contado en Guernica,
los he contado en Bilbao...
Los he contado en todas las trincheras,
en los hospitales,
en los depósitos de los cementerios,
en las cunetas de las carreteras,
en los escombros de las casas bombardeadas.
Contando muertos este otoño por el Paseo de El Prado, creí una noche que caminaba
sobre barro, y eran sesos humanos que tuve por mucho tiempo pegados a
la suela de mis zapatos.
El 18 de noviembre, sólo en un sótano de cadáveres, conté trescientos niños muertos...
Los he contado en los carros de las ambulancias,
en los hoteles,
en los tranvías,
en el Metro...,
en las mañanas lívidas,
en las noches negras sin alumbrado y sin estrellas...
y en tu conciencia todos...
Y todos te los he cargado a tu cuenta.
¡Ya ves si sé contar!
Eres la vieja portera del mundo de Occidente,
tienes desde hace mucho tiempo las llaves de todos los postigos de Europav y puedes dejar entrar y salir a quien se te antoje.
Y ahora, por cobardía,
por cobardía nada más,
porque quieres guardar tu despensa hasta el último día de la Historia,
has dejado meterse en mi solar
a los raposos y a los lobos confabulados del mundo
para que se sacien en mi sangre
y no pidan enseguida la tuya.
Pero ya la pedirán,
ya la pedirán las estrellas...

Y aquí otra vez,
aquí
en estas alturas solitarias.
Aquí,
donde se oye sin descanso la voz milenaria
de los vientos,
del agua y de la arcilla
que nos ha ido formando a todos los hombres.
Aquí, donde no llega el desgalitado vocerío de la propaganda mercenaria.
Aquí,
donde no tiene resuello ni vida el asma de los diplomáticos.
Aquí,
donde los comediantes de la Sociedad de Naciones no tienen papel.
Aquí, aquí
ante la Historia,
ante la Historia grande
(la otra,
la que vuestro orgullo de gusanos enseña a los niños de las escuelas,
no es más que un registro de mentiras
y un índice de crímenes y vanidades).
Aquí, aquí
bajo la luz de las estrellas,
sobre la tierra eterna y prístina del mundo
y en la presencia misma de Dios.
Aquí, aquí, aquí
quiero decir ahora mi última palabra:

Españoles,
españoles revolucionarios:
¡El hombre se ha muerto!
Callad, callad.
Romped los altavoces
y las antenas,
arrancad de cuajo todos los carteles que anuncian vuestro drama en las esquinas del mundo.
¿Denuncias? ¿Ante quién?
Romped el Libro Blanco,
no volváis más vuestra boca con llamadas y lamentos hacia la tierra vacía.
¡El hombre se ha muerto!
Y sólo las estrellas pueden formar ya el coro de nuestro trágico destino.
No gritéis ya más vuestro martirio.
El martirio no se pregona,
se soporta
y se echa en los hombros como un legado y como un orgullo.
La tragedia es mía,
mía,
que no me la robe nadie.
Fuera,
Fuera todos.
Todos.
Yo aquí sola.
Sola
bajo las estrellas y los Dioses.
¿Quiénes sois vosotros?
¿Cuál es vuestro nombre?
¿De qué vientre venís?
Fuera... Fuera... ¡Raposos!
Aquí,
yo sola. Sola,
con la Justicia ahorcada.
Sola,
con el cadáver de la Justicia entre mis manos.
Aquí
yo sola, sola
con la conciencia humana,
quieta,
parada,
asesinada para siempre
en esta hora de la Historia
y en esta tierra de España,
por todos los raposos del mundo.
Por todos,
por todos.
¡Raposos!
¡Raposos!
¡Raposos!
El mundo no es más que una madriguera de raposos y la Justicia una flor que ya no prende en ninguna latitud.

Españoles,
españoles revolucionarios.
¡Vamos a la muerte!
Que lo oigan los espías.
¿Qué importa ya que lo oigan los espías?
Que lo oigan ellos, los bastardos.
¿Qué importa ya que lo oigan los bastardos?
A estas alturas de la Historia
ya no se oye nada.
Se va hacia la muerte
y abajo queda el mundo irrespirable de los raposos y de los que pactan con los raposos.
¡Vamos a la muerte!
¡Que se despierte Valencia
y que se ponga la mortaja!...


León Felipe

martes, 17 de diciembre de 2013

incendías



“Sonora como el fuego
El fuego que me quema el carbón interno y el alcohol de los ojos”

(Vicente Huidobro)

Bogar en incendios como en mares

(Vicente Huidobro)



se me ha muerto el abecedario en tus rodillas y me consumo en la delgadez del charco

sobre ruinas reconstruyo el tierno poco a poco como cubre el moho las vetas

me pertenace me pertemece el desalcance del dinstinto

donde todos mis yoes se han puesto en hora todavida

en pernocta y permuta de almohadas de reemplazo –suplantación inútil-

contemplo con ludibrio la clase magistral del bisturí –extirpación inane-

pese a la quema me conservo en el cordón desabrochado de este camino aterido



vivo en la víspera del pero y al cabo de tanta geografía una falsa estrella contagiosa

oculta como el clavo que sujeta el cuadro produce un amago de supervivencia

no ha llovido de parar (si esto era el paraíso, que les e-dén)

la distancia luce u oscura la dulcedumbre y frialdad de la lluvia

deshabito el hábito íntimo de un venero que prende a distancia

con vértigo de esta tregua ametralladora y el desvelo de las ojeras de un dios:

desconozco si mi demanda de ti es elástica inelástica o viscoelástica



inciendías o más de ausencia: estos incendios no se sofocan, sofocan sin más

me de-bastan cinco minutos de lumbre para que mi corazón suene a ataúd concurrido

a camás desmesuradas a paredes sin cerillas que se froten solas

a pocos papeles partriTÚras cávilas y cábalas en órbita pendulante

sé que el hálito impar nunca inquietó a las aspas del molino

y que uno se acostumbrápido a la sequía del tejado (no soy uno sino el nadie odiseico)

y estaventura tampoco requiere amparo de dioses y sí su zancadilla

Jose Luis Dacal Picazo

domingo, 15 de diciembre de 2013

(Detenido por una mujer)

Detenido por una mujer a las puertas de una ciudad desconocida
le supliqué: Déjeme pasar, sólo entraré
para salir de nuevo y volveré a entrar sólo para salir,
porque la oscuridad me da miedo como a todos los hombres.
Pero ella me dijo:
«¡Pues yo he dejado allí la luz encendida!».
Vladimir Holan

sábado, 14 de diciembre de 2013

Discurso sin método


Objetan salamandras
perfectos silogismos
Aristóteles calla
cocodrilos sentencian
el rigor del discurso
repto luego existo
luego llego tarde
a la cita de tus muslos
gimo luego soy
Juan Antonio Barros Jódar
(Donde el olvido)

jueves, 12 de diciembre de 2013

Yo (Pablo Cortina)



Como ojos que al girar pretextan
lo que han visto y van a ver
para no mirar por el camino.

Como oídos que reclaman su importancia
prorrogando parpadeos.

Similar
a niños por la espalda,
a pájaros deshaciendo espantapájaros.

Durante
los fallos
de tu vigilancia.

Admitiendo
que tu asombro es mi guía,
que persigo tus palabras,
que trazo sonrisas sobre folios en blanco;

sabiendo hacia dónde nos conduce todo,
que hay dolor en cuanto doblo tus esquinas.

Declarando, por último:
no quiero asir el único madero que hace flotar a la deriva
ni renunciar a ti y hundirme
como todo lo demás.

Concluyo: yo
(Pablo Cortina)
aprovecho que no estás para sentirme mal.
Pablo Cortina

martes, 10 de diciembre de 2013

(Una serpiente se arrastra)

Una serpiente se arrastra,
desciende por el relieve.

Un solo ojo de diamante,
guiando la marcha,
haciendo del destino, un final.

Una llave por lengua,
para abrir las puertas,
burlar los obstáculos,
y no parar nunca.
Vade Retro

lunes, 9 de diciembre de 2013

Canallas



Gadafi Clik de party la cosa va así,
smoking hachis, drinking cris, living crisis,
sí, quemando la nuit de Madrid ,
ciudad del chotis, demasiao chichote veo por aquí,
es Negrita prim, no Barceló Cream,
no me queda money, honey, tampoco dreams,
dos rayas en la cabeza como Karim,
no llevo bling bling, llevo el chándal dentro del calcetín,
illuminati, capo di tutti capi,
sin Maserati, con bono bus y nikes
y media de paki, por la puta pati
lo pone tu vieja en el puti, bailan las chatis,
me gusta que rabies y critiques bitch,
me gusta besar tus labios, saben a hachís,
me gusta ese chándal del Bayern de Munich,
pero mas tus ojos y tu clí-to-ris,
mi influencia Manoperro no Ludacris,
fuck da pólice no more toys please,
it’s me bitches como swiss bitch,
en el chasis GADAFI CLIC.

Ni quiero ser tu amigo ni una colabo contigo,
ni ser tu rapper favorito yo estoy en el lío,
no me creo ni la mitad de lo que digo,
dejame tranquilo, que suficiente tengo con lo mío,
te beso en la pista y sabes a cristal,
durmiendo de simpa en el suelo de un hostal,
y ya no tengo pasta tronca no voy a pagar,
quieren ir de divas pero esto no es el Singstar,
a veces estoy triste, a veces voy borracho,
puto desfase horario un puto martes como techo,
la muerte de un madero no me quita el sueño,
los garitos de raperos parecen desfiles de modelos ,
ah, vuelvo a kelo pero queda Barceló,
si me pagas el bolo en copas te sale mas caro tron,
tiran de los rox, Fernando y Gonzalo pros,
fumo trébol y sigo pedo cuando sale el sol,
el dia que conocí a la suerte la rompi la cara,
desde entonces la muy puta ya no me perdona,
no soy de contarte mis penas ni mis batallas,
soy de beber y callar voy a estallar, soy un canalla.
Natos y Waor

viernes, 6 de diciembre de 2013

Noche canalla

Yo no sé si la quise pero andaba conmigo,
me guiaba su risa por la ciudad tan gris.
Ella tenía en su boca colinas de Ketama
y el cielo de sus ojos me pintaba de añil.

Yo vi tantas estrellas como ella puso siempre
en aquel cielo raso como un paño de tul.
Ella llevaba el pelo como la Janis Joplin
y los labios morados como el Parfait-Amour.

La he perdido en un bosque de jeringas brillantes
por donde nos decían que se llegaba al mar;
se fue sobre un caballo de hermosos ojos negros,
por más que yo me muera no la podré olvidar.

Bajo el cielo ceniza me conducen mis piernas.
Esta noche no tengo ni esperanza ni amor.
Sólo queda el calor de mi pobre navaja.
Hoy me he visto la cara de un retrato-robot.

A pesar de sus ojos he salido a la calle,
a pesar de sus ojos me ha tocado vivir .
En un barrio de muertos me trajeron al mundo.
Esta noche canalla no respondo de mí.
Javier Egea

jueves, 5 de diciembre de 2013

Aware cho

aware cho
koto dani naku wa
nani o ka wa
koi no midare no
tsukane-o ni semu

Si no existieran
ni el "ay" ni el suspiro
¿con qué cuerdas
se sujetarían
las locuras del querer?

Anónimo

miércoles, 4 de diciembre de 2013

El piano de mis recuerdos


Cuando te pienso y estoy a solas
dando forma a tu perfil y tu cara,
una tecla en mi mente desentona,
la imagen parece carecer de alma,
hace que me sienta solo, tan solo,
que desaparece en mí la calma.

Cuando me pongo a pensarte solo,
cuando se unen la noche y la mañana,
cuando la noche no me deja verte,
cuando me deslumbra la alborada,
me encuentro solo, tan solo…
que vivir sin pensarte, sin tenerte,
vivir esta vida, no sería nada.

El teclado de mis pensamientos,
con recuerdos tuyos hace melodías,
mezclando en ellas sentimientos,
mezclando penas y alegrías
en un sinfín de momentos.

Y si te tengo apoyada en mi hombro,
y te acaricio con las manos,
la melodía de amor, el nuestro,
se hace canción a puñados
saltando por doquier los secretos.

Como un piano se afinaba,
con mi amor y tu compaña
bailamos acordes celestes,
luz de amor en la montaña,
posibles sueños cumplidos,
con solo pensar en pensarte,
con tan solo tocar y tocarte,
nuestra música de amor,
en el teclado, se hace arte.

Es el piano de mis recuerdos,
son las teclas de nuestro amor,
para tocarte,
para amarte,
y abrazarte,
y siempre… pensarte.
Paco Ayala

Copyright Paco Ayala (2013)
Todos los derechos reservados al autor

martes, 3 de diciembre de 2013

Confesión


he pecado
he dicho mentiras
he ganado dinero escribiéndolas
he robado joyas a mamá
he besado a un hombre
he sido desleal con mis amigos
he dejado de ir a misa
he comulgado sin confesarme
me he reído de los curas
he criticado al cardenal
he coqueteado con mujeres casadas
he besado azafatas
he consumido drogas
he sobornado policías
no he votado en las elecciones
he sido amable con el dictador
he odiado a mi país
he sido mezquino
he querido matarme
he dormido tres días seguidos
he matado un venado
he visitado prostíbulos
he robado corbatas
he sido arrestado
he odiado a papá
he sido un vago
me han echado de la universidad
he deseado a mi mejor amigo
he sido un cobarde
he dormido en el calabozo
he vomitado en la casa de un ministro
he mirado celebridades desnudas
he coqueteado con el peluquero
he sido mal hijo y mal esposo
he tenido malos pensamientos
me he masturbado como un demente
he querido besar a una novia que no era mía
he sido cruel
he sido canalla
he sido infiel
he sido un cabrón
no he cambiado
no me arrepiento
confieso que he pecado
y he sido feliz.
Jaime Bayly

lunes, 2 de diciembre de 2013

Anatomía del Amor

Oxitocina y Paula,
por lo más reciente.
Gonzalo R. S.
Oxitocina y Paula,
          por lo más reciente,
          y esa mujer de la barra
          esa forma de sonreír
                    arqueando la comisura
                              con un desapego animal,
          ese reflejo en los ojos
                    que la hace interesante como un libro cerrado,
          esa estatura indeterminada
          y ese sujetador pequeño
                    ceñido
                              críptico
(La esencia del Poder es el Secreto)
          que me invita a imaginar tantas historias;
          una mujer casi cuántica
          una mujer nebulosa
                    (una mujer que es todas las mujeres
          mientras no viole la regla:
                    mientras no hable con ella);
          esa mujer.
          La comparo.
          (Es el mejor especimen que hay en este bar
                    de Poetas).
          Pero no debo no es la mujer de Schrödinger.
Pero es que esa manera
          que tienen los fotones de recorrer su muslo en un susurro ascendente,
esa forma y yo
          víctima del romanticismo,
                    poeta desde mi más tierna pubertad
no puedo dejar de oler el aire indescifrable
          e intento discernir en mi nariz
                    qué es lo que hace que sus hormonas
                              sean distintas de todas las demás
y le sonrío
          con aplomo (no violes la regla,
                    no lo hagas (no mates a todas aquellas que No es))
le sonrío pensando en mis cualidades innegables
          y en lo bien que me sienta el jersey nuevo,
en el encanto de mi sinceridad
          mi conversación
                    y mi inocencia
y me devuelve la sonrisa
          (ah, qué delicada flor de un oasis)
y le sigo el reguero de intenciones por el cuello
          hasta una oreja
                    ¡qué oreja!
          que me habla de un ADN perfecto,
                    equilibrado,
          con sus tés y sus cés y sus gés y sus aes
                    deseando abrazarse a las mías
          y su equis equis en busca de un equis y que podría ser yo
          (tendríamos un hijo moreno,
                    bello como su madre
                    fuerte como su padre)
si tan sólo lograse averigüar su número de teléfono
(La esencia del Poder es el Secreto)
o su nombre la buscaría
          en la Matriz que Todo lo Alberga
y la tendría al alcance de la mano,
          nos oleríamos durante tardes interminables
                    (yo su cabello,
                    ella mis axilas...)
y la haría perfectamente mía
           si tan sólo no la estuviese acechando ese individuo
y la llevaría a París y follaríamos
           si tan sólo ese tipo que parece que le está leyendo algo
le pagaría un viaje a Londres y follaríamos
           si acaso ese hijo de puta con pinta de Poeta no se hubiese adelantado
follaríamos y follaríamos y follaríamos
          hasta matar a todos los hijos que pudimos No tener
          y ella sería mía
...eso que usted llama Amor no es otra cosa
que el resultado de las perturbacions cerebrales
causadas por la acumulación de semen
en las vesículas de Graaf...
Gonzalo T. B.

sólo acercarme
          “Hola, ¿qué tal?”, “Yo Munir, ¿y tú?”
no he podido evitar...
          (y ni él ni ella perciben los cadáveres
                    de los que todo acto está preñado)
es un libro de Bolaño lo que le muestra y ésta es la mía;
soy más alto que él y ésta es la mía;
cobro más que él y ésta es la mía;
          les invito a ambos a ésta y a la siguiente
                    —él, claro, no acepta
                              (pero sonríe)
y saboreo el modo en que mis feromonas aplastan a las suyas
          mientras me desanudo en frases
                    que cada vez parecen más naturales:
Bolaño en realidad de joven...”
          (ella es mía)
El día del golpe de Pinochet...”
          (es mía. Largo.
                    (adoro esa palabra
                              cuando cae de mis labios))
¿Sí dije que soy poeta?
          (¿queréis que recite algo?)”
          será el Soliloquio del africano
          y él ya se está retirando;
                    llego tarde porque una amiga...
          (miente)
          y yo desenrollo con placer
                    mis versos usando esta lengua
                    que ya casi es su lengua
mi Soliloquio y gozo
          observando cómo mi jersey le va calando
          mis hormonas le van calando,
          el efecto del último verso la estremece
                    (qué hermosas las mujeres cuando tiemblan)
          mi sinceridad, mi inocencia, mi inteligencia le van calando hondo, hondo,
y ya casi es mía
          (La escucho por unos instantes
                    [intelectualmente capaz]
                    [razonablemente encantadora, sin llegar a cargante]
                    [sin rarezas evidentes]
                    [sin defectos físicos evidentes]
                              Conclusión: [apta]
          )
          y finjo un roce casual con su pelo,
                    y su oxitocina se esparce por el aire
                              y se desliza por el tobogán de mis sinapsis;
          y hago lo posible por que se me note la erección
          (pero al descuido,
                    de modo que yo mismo logro convencerme de que estoy disimulando)
          y ella se inclina levemente
                    cediendo su escote a la gravedad y dejando que me asome al abismo;
          Y ahora que ya nos hemos presentado,
                    ahora que hemos librado una vez más una batalla milenaria,
¿tomas otra?”
          “y por cierto, ¿cómo te llamabas?”
                    “¿ah, sí?”
          “que casualidad porque
Oxitocina y Paula,

           por lo más reciente”.
Munir

domingo, 1 de diciembre de 2013

Segundos de eternidad

Faltan unos segundos
para que el taxi
arranque
y se la lleve
a través de las calles
de esta ciudad
-quieta y silenciosa
en la madrugada- para siempre.
Unos segundos apenas
que los dos aprovechamos
-no sé con qué fin, no puede haberlo,
solo hemos intercambiado unas palabras-
para mirarnos y decirnos todo
lo que quizás nos hubiésemos dicho
a lo largo
de una vida.
Una vida
entera ahí, en una mirada
que sólo puede durar
unos segundos:

lo que duran a veces
los momentos
que la iluminan de verdad.

Karmelo Iribarren