domingo, 13 de octubre de 2013

Noche Sobre La Tierra I

I

El aire frío y sano de la Sierra
No gesta eventos de regeneración
Que, acaso, alivie la desesperación
Del bardo que la esperanza destierra.

No quisiera recordar otra visión:
Tu rostro sobre mí, grácil se encierra
Mi última noche sobre la Tierra
Segundos antes de la separación.

Los secretos que guardas en tu mano,
Futuros surcos; pasadas grietas,
Un enrevesado nudo gordiano

Cuyo yugo con firmeza sujetas.
Pero nuestro instinto antediluviano
Tira más que dos hermosas carretas.

II

Puestas y dispuestas ya las caretas,
La verdad, sajada por cirujano
Con soltura y acierto de un troyano.
Dejemos que fluyan unas cuartetas.

He olvidado mi sombra en el rellano
Quizá atravesada por saetas,
Eminente experta en rusas ruletas
Fiel, siempre ajena de todo lo humano.

Regresará mi espectro en su momento
Para rozarte con falsa cautela
Por no mostrar todo su atrevimiento

Dejando abierta una portezuela
A cierto, y más grande, merecimiento
De asir y conquistar tu ciudadela.

III

Abandónate a quien tu sueño vela.
No todos son del mismo sedimento;
Menos, huérfanos del mismo talento.
Abre, acaso, un resquicio tu cancela.

Discúlpame si me lleva el memento
Pues tu imagen toda se me congela,
Tal como una sempiterna acuarela,
En un irrepetible pensamiento

Abarrotado de aromas de espliego,
El que otros tantos instantes evoca.
Fragancias que me inducen al sosiego

Como un puente te lleva hacia una oca.
Concede que éste torpe lanzafuego
Se acerque, sin quemarte, hasta tu boca.
Eduardo Prieto

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