martes, 10 de septiembre de 2013

Manifiesto Místico


Y en materia de estética, toca a los místicos resolver las ecuaciones que medirán la nueva sección aúrea del alma de la época actual.
La pintura mística no ha empezado aún a impulsar un renacimiento arrollador porque los artistas se hallan muy retrasados respecto del progreso de las ciencias. Los artistas vegetan todavía en esos pastizales abominables que sembraron las más sórdidas teorías materialistas.

Al tener la cabeza vacía, no tienen nada que pintar y terminan por no pintar nada. De ahí que el Arte sea Nofigurativo, Noobjetivo, Noexpresivo, siete veces No y ¡No! ¡Basta!

Se acabó. Se acabó el negar, el ir hacia atrás. Se acabaron el malestar surrealista y el mareo existencialista. La mística está en la cumbre misma de la Alegría, la Gaya Ciencia. El misticismo es la afirmación rotunda y categórica del individuo ultraindividual y la eclosión de todas las tendencias del hombre, las erógenas y las heterógen(e)as, reunidas todas, gozadas y sublimadas en la unidad absoluta del éxtasis.

Yo deseo que mi próximo Cristo sea el cuadro más bello y alegre de todo cuanto se pintara hasta ahora. Mi Cristo será en todos sus aspectos lo más radicalmente contrario del Cristo materialista, salvaje y antimístico de Grünewald.

Arriba, cerca de la bóveda celeste, pongo Monarquía, Unidad de la Patria, ADN (es decir: continuidad biológica hereditaria), todo ello formando la cúpula estética perfectamente homogénea del Alma.

Abajo, dejo que estén la anarquía bulliciosa y supergelatinosa, heterogénea y viscosa, la diversidad ornamental, las estructuras blandas, ignominiosas, comprimidas y exsudando su último jugo en sus últimas cadenas de reacciones químicas.

Monarquía anárquica es la armonía, cuasi divina, de los opuestos proclamada por Heráclito. Una armonía que el molde incorruptible del éxtasis, y sólo él, construirá algún día con piedras de Escorial.

Muchas gracias, Picasso: tu genio ibérico de anarquista integral ha matado la fealdad de la pintura moderna. Sin ti, con la prudencia y el comedimiento característicos del honorable arte francés, existía el riesgo de tener que aguantar cien años más de pintura cada vez más fea, hasta que finalmente se hubiera llegado a los esperpénticos adafesios de tu serie Dora Maar.

Pero tú, de una estocada única y cabal, has derribado el toro de la ignominia al par que aquel otro toro más negro aún del materialismo en su totalidad.

Ahora empieza la Nueva Era

Empieza conmigo la era nueva de la Pintura Mística, la pintura del porvenir.

Firmado: Salvador Dalí
Sábado-Domingo

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