sábado, 8 de septiembre de 2012

Sábanas

Tras la muerte del cuerpo no es el alma
la que chilla arrastrando una cadena:
la viuda es el fantasma.

Alaridos por no saber qué hacer
con los dientes postizos del difunto:
flotando como un pez sin alimento,

con la ropa sin piel en el armario:
indigesta también para polillas,
con las gafas: de ver de quien no ve.

Cambiar el titular de las facturas
y no poder hacerlo con la vida:
debe tener el Sol interruptor.

La casa está ocupada por aullidos,
la viuda por objetos: la cuchilla
refleja, ya no afeita, pero corta.

Partida la pensión por la mitad,
la pastilla para dormir en dos:
Salomón se desquita con los viejos.

Paco Najarro

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